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El estar sumido en un sinfín de compromisos es cosa rutinaria. Siempre surgen problemas y sin mediar los aceptamos, creyendo que de esta manera estamos labrando un porvenir para la familia.
Hay que sembrar para tener un futuro sólido, ya que la vida sólo se vive una vez. Mucha gente, cuando hace un alto en sus quehaceres, para reflexionar sobre los pasos que se han dado desde atrás, se lamentan y quisieran retroceder en el tiempo para corregir errores, pero esto ya no es posible porque sólo se vive una vez en la vida.
Los lamentos, en este caso salen sobrando. Haber laborado como bestia de carga, pensando en los demás, olvidándose de uno mismo, es el error más grande que pueda hacerse. Cada quien tiene que vérselas por sí mismo y llegar al ocaso de la existencia olvidándose de uno mismo, es el error más grande que pueda cometerse.
La vida pone en nuestras manos muchos tesoros los cuales, por el hecho de tenerse al alcance de nuestras manos, olvidamos cultivarlos. El cónyuge, mientras mantuvo el romance del noviazgo, se desvivió en atenciones para su novia, en ese entonces. Vino después el matrimonio y con el correr del tiempo, se entra a una monotonía. Se cree que por el hecho de existir un papel (casamiento), ya se posee una propiedad.
Lo que se ignora es que nadie es propiedad de alguien, porque nada está escrito y de la noche a la mañana, aquello puede esfumarse por una falta de atención, quedándose con las manos vacías quien creyó tener una propiedad, que por el hecho de darle lo material, se olvidó que también la persona tiene sentimientos y que no todo en la vida es dinero, ya que además de ello se hace necesario cultivar el sentimiento, y esto únicamente puede darse con el trato diario de la vida.(SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICITARLO A: laratrejo@hotmail.com)
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