Los nombres y los lugares, fueron omitidos para proteger la identidad de los personajes.
Corrían los primero años de este siglo, cuando Julieta por cuestiones del destino, se quedó sola al cuidado de sus dos hijos, Norberto y Fernanda Isabel, de 11 y nueve años respectivamente. Esto, por la separación de Julieta con el progenitor de sus menores.
Un año más tarde Julieta comienza a ser cortejada por un conocido de quien había sido su pareja por más de diez años. Al poco tiempo Simón fue aceptado en el hogar de la que sería su mujer. Julieta, por el rencor que aún guardaba hacia el padre de sus hijos, no se dio cuenta que el peligro entraba a su casa.
Fernanda Isabel cumplía sus diez años. La madurez de su cuerpo no se hizo esperar. Su apariencia no era el de una niña, sino el de una mujercita en toda la extensión de la palabra.
La vida entre Julieta y Simón semejaba a la de cualquier pareja que inicia un noviazgo. Amor y comprensión. Pero, se percibía una excesiva atención de parte del padrastro hacia los menores, especialmente hacia Fernanda Isabel quien por su inocencia se encariñaba día a día de aquél que suplía a su padre.
Julieta se entregó en alma y cuerpo a su pareja, pensando que la vida se lo había enviado para recompensar los años perdidos llenos de desprecio, golpes e insultos. Se olvidaba de lo más querido, Fernanda Isabel.
Ambos hermanos pasaban por momentos difíciles. La separación de sus padres los mantenía entre la depresión y la tristeza. La soledad y el llanto. No era fácil olvidar a quien les dio la vida. No comprendían la separación entre sus padres. La afectación se reflejaba más en Norberto por ser el mayor; no aceptaba, en muchas de las ocasiones, la presencia de Simón. (CONTINUARÁ)