lunes, 4 de agosto de 2014

LA ARMONÍA DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA. Por Frank Barrios Gómez.


Cierto día, un prestigiado grupo de meteorólogos se presenta en una de las rancherías mas apartadas de la civilización. Su trabajo consistía en realizar unas pruebas, para checar el funcionamiento del nuevo equipo adquirido para la medición ambiental.
Al llegar al lugar que habían seleccionado para ese fin, comienzan a levantar el campamento. Necesitaban estar en las afueras del poblado, para que nada les interrumpiera en esa labor de trabajo.
Una vez establecidos, indagan con los pobladores, dónde pueden encontrar un lugar en el que adquieran alimentos, ya que estarán en ese sitio al menos 3 días. No tardan en recomendarle a doña paquita, quien desde hace años, se dedica a la venta de comida, otorgando un servicio aceptable tanto en precios como en calidad.
La caravana se dirige al lugar recomendado, y llegan a un arreglo con doña paquita, para que sea ella la encargada de alimentar al grupo de meteorólogos, provenientes de la capital. Acuerdan que a las 10 de la noche les lleve a su campamento la cena de ese día, y al día siguiente, volverán a encontrarse para llevarles el desayuno.
Puntual, doña paquita se presenta en el campamento con la cena acordada, y lleva unos platillos extra de comida. Extrañados de ese detalle, el encargado del grupo pregunta por qué de ese detalle, si mañana ellos la esperarán con los deliciosos guisos que prepara.
“Jóvenes, no será posible que mañana venga yo a las 7 de la mañana a traerles el desayuno” –dice doña paquita- “Dentro de una hora se soltará un diluvio, que hará que el río se desborde, y no parará de llover hasta el medio día”.
El científico al escuchar esa comentario responde: “Señora, eso no será posible, porque nuestros aparatos de medición ambiental, indican que en estas tierras no lloverá por lo menos hasta dentro de 6 meses. Escogimos este sitio para probar nuestro equipo científico, el cual es de lo más sofisticado en el mundo, porque aquí no llueve desde hace 3 años.”.
A las 11 de la noche, el cielo comienza a poblarse de pesadas nubes. Empieza a soplar un aire frío y fuerte. Pronto se suelta una tormenta eléctrica anunciando que no tarda en desatarse un diluvio, y todos a guarecerse de inmediato, porque parecía que el cielo se había partido en dos, y un diluvio como nunca antes se había visto, empezó a azolar la zona.
El río se desbordó. Tenía años que sólo era un hilo de agua, pero ahora la fuerza de la naturaleza se estaba manifestando, y varios puntos del cauce, donde se habían instalado pueblerinos, sus casas fueron arrasadas con tal furia, que tuvieron que buscar las partes altas para protegerse de la inclemencia del agua.
Y no paró de llover hasta el filo del mediodía. Se quedaron con las ganas de probar el sofisticado equipo meteorológico, teniendo que resguardarlo porque la furia de las aguas amenazaba con llevárselo, junto con los vehículos y todo el campamento que habían levantado. (SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICITARLO DE MANERA GRATUITA A: laratrejo@hotmail.com)

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