domingo, 26 de mayo de 2013

XTABAY. Frank Barrios Gómez.


Recordar a la hermosa tierra del faisán y el venado es cosa melancólica. No necesariamente me refiero a la tristeza, me enfoco a la hermosura y magia de ese sitio; a la opulencia que en su momento tuvo, gracias a que ahí se gestó una de las civilizaciones prehispánicas más poderosas de América, los mayas.
Todavía recuerdo cuando viví en ese lugar paradisíaco. La gente, sencilla y con un corazón tan grande, que me pregunto cómo es posible que les quepa en su pequeño cuerpo. La tranquilidad que ahí respiré hace más de 3 décadas todavía se sigue respirando, por ser uno de los Estados más seguros de nuestra hermosa República Mexicana.
El idioma maya, no permitió que fuera adulterado por modismos impuestos por los colonizadores, y hasta la fecha sigue intacto. Recuerdo que uno de mis alumnos en ese entonces, me ofreció enseñarme la lengua maya, diciéndome que él lo hablaba en un 60 %, y en mi ignorancia producto de la juventud (23 años), no le tomé la palabra.
Cuando tuve que irme de Mérida, se lo comuniqué a un gran pilar que hasta entonces la divinidad había puesto en mi camino, el Teniente enfermero Víctor Manuel Torres Hawar, del Distrito Federal. Era como un padre para mí. Casi llorando me dijo: “No te vayas, Frank. No te vayas”. Metiéndose la mano en el bolsillo continúa: “Es dinero, dime cuanto necesitas, yo te lo doy, pero no te vayas”. Con pesar por el dolor que le estaba causando respondí: “Teniente, no es por dinero. Ya pedí mi cambio a las autoridades gnósticas de México y me lo aceptaron”. (SI DESEA COMPLETO EL ARTÍCULO, SOLICITARLO A: laratrejo@hotmail.com)

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