jueves, 19 de junio de 2014

EL MALDE OJO. Frank Barrios Gómez.


Desde que tenemos noción de nuestra existencia, nuestros ancestros siempre han hablado sobre la manifestación del “mal de ojo”. Dicen muchos que se trata de superchería, y son cosas que existen en la mente de personas de baja preparación intelectual.
Transcurren los años, cambiamos de aires, muchos se vienen a vivir a la ciudad y resulta que aquí vuelven a escuchar sobre ese mal, que tanto daño hace a la comunidad.
¿Existe? ¿Cómo se manifiesta? ¿Hay manera de curarlo? Vamos por partes. No coman ansias, como dijera en su momento el escritor Rius, en sus populares libros, pero que resultan toda una enseñanza.
El hecho que se crea o no, no deja de hacer a un lado la existencia de un mal que tanto aqueja a la humanidad. Una persona enferma, y lo primero que hace es asistir a la consulta con el médico. El galeno lo escucha y le receta medicamentos que son para la parte física. ¿Y el aspecto del alma? En ninguna universidad occidental enseñan cómo curarla.
Se sigue al pie de la letra el tratamiento y en parte se logra un alivio. Claro está, que los medicamentos (drogas), son un paliativo que somete la parte física, más no la psíquica. Y el resultado logrado es a medias. Una vez terminado el tratamiento y no se esté medicamentando, vuelven a resurgir los males y aún más, peores.
Y el enfermo deambula de consultorio en consultorio. Cada vez ingiere medicamentos más fuertes, los cuales lo único que hacen es mantenerlo idiotizado, hasta que llegan a perjudicarle su organismo, sin lograrle la cura.
No es el caso que de por vida, tenga que ingerirse cierta medicina para males que como dice la misma ciencia, “no está comprobada la causa de su existencia”.
Un día, desesperada la persona, asiste a un lugar donde se encuentra una “comadrona” que según dice el pueblo hace maravillas. Le receta unas tomas, le unta algunos aceites en el cuerpo, le hace succiones con su boca en las muñecas y “zas”, ¡Qué me hizo usted, señora. Me siento otra persona!
Por fin llegó el ansiado alivio, y los síntomas que aquejaron durante mucho tiempo al individuo, desaparecen por obra de magia.
¿Existe o no el mal de ojo? Cómo es posible que el galeno, lo que no pudo curar con todos sus conocimientos, una persona sin preparación intelectual, basada en datos empíricos, aprendidos en la práctica, haya logrado lo imposible.
No hay que ser tan cerrados ante lo que desconocemos. He escuchado a muchos médicos que se niegan a aceptar lo que no les enseñaron en la facultad de medicina. Consideran que todo lo que no tiene explicación científica debe ser rechazado. Respeto su forma de pensar.
(SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICITARLO A: laratrejo@hotmail.com)

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