viernes, 28 de febrero de 2014

REFLEXIONES SOBRE LA DETENCIÓN DE JOAQUÍN EL CHAPO



CEN del PRI
Viernes, 28 de febrero de 2014


En días pasados, el Gobierno de la República encabezado por el Lic. Enrique Peña Nieto, dio muestra de su capacidad para combatir a la delincuencia organizada, y avanzó un paso fundamental contra la impunidad en México                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Desde su llegada al Gobierno, el actual titular del Poder Ejecutivo ha implementado una estrategia de combate al crimen organizado que prioriza la inteligencia (como mecanismo de abatimiento del delito); la cooperación institucional (las Secretarías de Estado se ven articuladas y con fines comunes claros); y el trabajo coordinado en todos los niveles de gobierno, como un mensaje de combate frontal a la delincuencia e ilegalidad en el país.
En un artículo que escribí hace algunas semanas, destaco que la impunidad consiste en una ausencia de sanción frente a una conducta, cualquiera que ésta sea, sujeta de castigo. Dicho de otro modo, la impunidad no se aborda ni se entiende sólo como una ausencia de castigo legal o estatal, sino que se explica desde todos los núcleos sociales. Y justamente desde esta premisa me gustaría comenzar esta reflexión acerca de la detención de Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo” Guzmán.
En primer lugar, quiero destacar que la captura de este narcotraficante de origen sinaloense llevada a cabo la madrugada del pasado sábado 22 de febrero, es una recaptura; ya que como se ha documentado en diferentes medios, estuvo prófugo de la ley luego de haberse escapado en enero de 2001 del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, maniobra orquestada por varios servidores públicos, quienes a la postre serían condenados producto de las investigaciones sobre el caso.
En este orden de ideas, y como podemos observar a través de la narrativa de los acontecimientos descritos anteriormente de forma sucinta, cada día transcurrido desde 2001 a la fecha, representaba una conducta continuada de impunidad, y no sólo porque no se había castigado desde un principio un comportamiento ilícito, sino porque se fueron reproduciendo nuevas conductas delictivas, las cuales se llevaban a cabo de forma consuetudinaria.
El mensaje, entonces, era demasiado peligroso para la sociedad mexicana, pues no sólo destacaba la corrupción gubernamental existente en el país, sino que desvelaba la falta de aplicación de la ley en nuestro Estado de Derecho. Aunado a todo esto, otro de los aspectos muy preocupantes resultaba de observar cómo es que la ciudadanía, en algunos sectores y organizaciones, erigía al “Chapo” Guzmán, como el gran ganador frente al Estado.
Lo anterior me lleva a establecer una segunda reflexión a manera de pregunta: ¿De qué forma la libertad del “Chapo” Guzmán influía en la interiorización de la impunidad como forma de vida en la sociedad mexicana?

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