domingo, 25 de enero de 2015

TRANSFORMACIÓN RADICAL. ( Frank Barrios Gómez.)



   Vivimos tiempos difíciles y no vemos para cuando terminen. Cada fin de año, mucha gente clama que llegue el siguiente, para ver si la vida les cambia por completo, llegando a su fin los problemas económicos, sentimentales y de salud.
   Y todos los años se repite la misma historia. Incluso algunos, en plena rebeldía hacia lo divinal, llegan a renegar de ella, creyendo que de esta manera, Dios les va a solucionar su problemática.
Pero ni aun así se vislumbra un cambio. Todo sigue igual y hasta empeora, conforme avanzamos en nuestra existencia. Siempre debe haber un culpable, y el dedo inquisidor (índice), se la pasa señalando presuntos culpables de todo lo que nos sucede.
   Y el culpable nunca aparece. ¿Por qué? Sencillamente por estar evadiendo responsabilidades, ya que cada quien es el arquitecto de su propio destino, y somos los responsables de la ruta, en que enfoquemos nuestra existencia.
   Una transformación radical es lo que siempre se ha requerido, cuando de un cambio trascendental se habla. Este tipo de transformación debe ser colectivamente. Si tomamos en nuestras manos una regla, fácilmente la rompemos. Pero cuando se trata de 5 o más reglas, resulta muy difícil que lleguemos a romperlas.
   Si no se pone en práctica un plan, debidamente elaborado para buscar una solución a la problemática que aqueja a cada quien, jamás logrará trascenderse ese tipo de situación, y conforme avance el tiempo, el mal irá incrementándose hasta acabar con sociedades enteras.
   Dicen los corruptos que “todos tienen un precio”. Y se aprovechan de gente que prefiere recibir migajas, y quedar señalados para siempre, a señalar directamente a estos malandrines, que no tienen escrúpulos, que lo único que les interesa es saciar sus apetitos financieros, a costa de lo que sea.
   Así es el monstruo de la corrupción. En México, desgraciadamente se le dejó crecer al grado, que abarca en estos momentos las más altas esferas, resultando difícil más no imposible, acabar con este cáncer, que llegó hasta el tuétano de los huesos.
   Pero lo primero es lo primero, empezar por uno mismo, cuidándose de no contagiarse con esta lepra, que tarde o temprano tendrá que acabarse a como dé lugar. Una persona sola no puede combatirla, pero si el pueblo se uniera, como lo hacen en ciertas comunidades, donde los vecinos están unidos, otro sería el cantar para ese tipo de delincuentes, socorridos por gente de poder, que no le importa los intereses del pueblo, ya que velan por los suyos propios, como si el día en que se mueran, se llevarán al más allá sus inmensas fortunas. (SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICITARLOS A: laratrejo@hotmail.com)

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