En el marco del CLXVII aniversario del natalicio del Maestro de América, esta mañana en el extemplo de San José, el cardiólogo y político chenero, a sus 84 años de vida, recibió el máximo galardón que otorga el pueblo y gobierno de Campeche, consistente en pergamino y medalla de oro, en reconocimiento a su labor humanitaria en el campo de la medicina y su íntegra trayectoria profesional.
Previamente, el mandatario estatal, acompañado también de los titulares de los poderes Legislativo y Judicial, Edgar Hernández Hernández, y Margarita Alfaro Waring, así como de diversas autoridades civiles y militares, y estudiantes de la Escuela Primaria “Ignacio Zaragoza”, depositó una ofrenda floral y montó guardia de honor al pie del monumento erigido a don Justo Sierra Méndez, ubicado en el malecón de la ciudad.
Alrededor del mediodía y en presencia de la esposa del titular del Ejecutivo estatal, Adriana Hernández de Ortega, así como de cientos de asistentes, el doctor Pedro Lara y Lara, recordó sus tiempos de juventud, de formación académica, de trabajo profesional y sindical, y de su incursión al ámbito de la política.
“Como suele ser común, el primer ejemplo de vida lo tuve de mis padres y de mis hermanos. La vida familiar me inculcó el deseo de ayudar a la gente; en especial, mis padres fueron modelo de generosidad”, señaló el médico chenero.
Lara y Lara rememoró que cuando fue director del hospital “Manuel Campos”, hacia los años 80’s, tuvo la oportunidad de impulsar los programas asistenciales de operación de labio leporino y paladar hendido, que hasta la fecha sigue coordinando el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia.
Comentó que cuando fungió como alcalde de Hopelchén, en el período 1991-1994, ese municipio recibió el Premio Nacional de Solidaridad, en reconocimiento a las obras que se llevaron a cabo en el marco de ese programa, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes.
Significó que la profesión de médico implica una gran responsabilidad y vocación de servicio. “No basta con ser buenos para sanar el cuerpo. El interés y la delicadeza con los sentimientos del paciente y de sus familia, con su condición económica, educación y creencias, son también parte del cuidado y del éxito de la relación médico-paciente”, concluyó.
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