El Senador Óscar Rosas Gónzalez aseguró que en estos momentos, tenemos una oportunidad inmejorable para construir juntos un nuevo modelo energético para el país.

   Pese a ser el séptimo país productor de crudo a nivel mundial, importamos el 47 por ciento de las gasolinas y el 28 por ciento del diesel que se comercializan en nuestro país y pese a tener el monopolio de la actividad, la falta de infraestructura en el transporte y en ductos impide la explotación de amplias reservas de gas, obligándonos a importar considerables cantidades de éste hidrocarburo.
   De esta manera se inhibe el crecimiento de diversas regiones del país pese a tener las condiciones naturales óptimas para desarrollar todo nuestro vigor energético, pero subutilizamos la energía solar, eólica, geotérmica, biomasa, hidráulica y en general todas las energías renovables que mucho ayudarían a reducir la dependencia energética que hoy vivimos.
   En estos momentos, tenemos una oportunidad inmejorable para construir juntos un nuevo modelo energético para el país, pero no lo hacemos, advirtió el senador campechano, Oscar Román Rosas González, durante su intervención en el Foro Consultivo Nacional de Energía, que se realizó este 14 de febrero en la capital del País y ante la presencia del secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.
Apuntó que durante varias décadas, desde la nacionalización de la industria petrolera, el modelo energético ha privilegiado la extracción y el uso de los hidrocarburos como principal fuente energética del país, tanto que, en los últimos 20 años, debido a las reservas y el alza sostenida de los precios del petróleo, la economía y, en especial, las finanzas públicas del país han incrementado paulatinamente su dependencia de la renta petrolera; ubicándose en más de 30 por ciento de los ingresos del gobierno federal.
   Sin embargo, hemos llegado a un punto de inflexión que pese a los nuevos descubrimientos en aguas profundas, nuestras reservas en campos maduros disminuyen.
   El legislador federal sostuvo que se debe privilegiar aspectos estratégicos como la seguridad energética, entendida como la capacidad del Estado para garantizar en el largo plazo la disponibilidad y consumo de recursos energéticos para su sociedad.