Gerardo García
Los tiempos políticos, más allá de la crisis que atraviesa el país, son propios para la especulación. En tantas ocasiones sin sustento, corren especies que lo que buscan es meterle ruido a un proceso que, sin embargo, ha tenido tanta claridad. Se sueltan rumores con el interés principal de generar confusión en donde no la debe haber.
Hay decisiones tomadas, pues.
En esta temporada de fin de año, además del conflicto que enfrenta el presidente Enrique Peña Nieto por al caso Ayotzinapa y sus derivaciones, no se ha dejado de lado una realidad política de la cual no pueden sustraerse. En verano del 2015 habrá elecciones federales en las que se renovará la Cámara de Diputados, a la par de nueve gubernaturas y quince congresos locales. Los tiempos legales obligan a que antes de la primera quincena de enero se conozcan quienes serán la mayoría de los que contiendan, y no pasará de ese mes cuando se tenga claridad de quienes habrán de ser los candidatos a todos esos puestos de elección popular. En la mayoría de los casos, los nombres de los hombres y mujeres que habrán de contender; en el caso del Partido Revolucionario Institucional, y en aquellos estados y distritos que van en alianza con el Partido Verde, ya se encuentran palomeados los nombres por parte de los que toman decisiones en ese partido: desde el presidente Peña Nieto, los gobernadores de ese partido, y sus dirigentes.
Los resultados de las más recientes elecciones locales en esta entidad, en los que el PRI ganó casi todos los puestos en juego, le generaron al gobernador Roberto Borge una línea de confianza desde el más alto mando, por lo que su opinión, y sus propuestas de candidatos, fueron consideradas y aprobadas en el altiplano. Quienes pretenden advertir que eso no resultó así y que se le impondrían nombres de candidatos, cometen de nueva manera el error de subesti ubestimarlo en términos políticos.(SI DESEA EL ART. COMPLETO, SOLICÍTELO A; laratrejo@hotmail.com)
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