jueves, 13 de octubre de 2011

LA CREACION DEL MUNDO SEGÚN EL MITO CHEYENNE.

Frank Barrios Gómez.
Dios llevó a cabo la creación en 6 días y satisfecho por lo que había hecho, descansó en el día séptimo. Esto está escrito en la Biblia, en el Génesis y es lo que nos han inculcado, por haber nacido en un pueblo católico.
    Toda corriente mística posee su propio mito y todos son hermosos. Si nos ponemos a analizarlos, encierran el mismo significado. Algunos son más antiguos que otros y en estos tiempos, no creo que vuelva a existir otra leyenda, porque si llega a producirse una separación de una corriente filosófica, la saliente sería una rama de la que ya existe.
    Los cheyennes fueron un grupo que vivieron en lo que hoy se conoce como Minnesota, siendo expulsados de este territorio por los Sioux y los Oijbwa, a fines del siglo XVII. En un principio vivieron de la caza y agricultura, pero luego de su exilio, se adentraron a las praderas de Dakota del Sur, cambiando su tipo de vida por nómadas, caza del bisonte y asaltar a campamentos indios, sobre todo en Crow y Pawne.  
    Poseyó esta etnia su propia leyenda sobre cómo se llevó a cabo la creación del mundo. Contaron los ancianos de la tribu, que un principio existió Maheo,  quien estaba sólo, acompañado del vacío. Nada se oía ni podía verse. Ante esta situación, se propuso llevar a cabo la creación del mundo con las especies vivientes.
    ¿Para qué sirve el poder si estoy solo y no existe nada? Se dijo Maheo. Voy a llevar a cabo la creación del mundo y especies que lo pueblen. 
    Lo primero que hizo fue una enorme extensión  de agua salada, como si se tratase de un lago. Pensó que del agua saldría la vida. Y lo primero que creó fueron los peces, caracoles, almejas y ástacos, que vivían en la arena y fondo de las aguas.
    Luego, aparecieron las criaturas que podían moverse sobre las aguas. Surgieron los gansos, focas, ánades, charranes y cercetas. Disfrutaba Maheo viendo esas especies trasladarse sobre las aguas. Escuchaba el chapoteo, batir de alas y quiso ver lo que hasta ese momento había creado.
    Comenzó a esparcirse por el Este una hermosa luz, la cual al principio fue blanca, luego dorada e intensa y se esparció por todo el mundo. Maheo estaba satisfecho con lo que había creado. Y los animales, comenzaron a sentir su presencia.
    La gansa, sin poder verlo, pero sabiendo que estaba presente porque lo sentía, se dirigió a él y dijo: “No puedo verte pero sé que estás ahí. Escúchanos, oh gran Maheo, el agua que creaste es buena para los animales que ahí moran, pero no todos somos peces. Las aves, necesitamos reposar en un lugar fuera del agua porque nos agitamos”.  Maheo, extendió los brazos y dijo: “Entonces volad”. Y las aves emprendieron vuelo.  Eran tantas que pronto ennegrecieron el cielo.

CONTINUARÁ…

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