miércoles, 28 de mayo de 2014

LA LEYENDA DEL POPOCATÉPETL Y EL IZTACCIHUATL. Frank Barrios Gómez.


Es natural que en los linderos de Puebla, se vislumbre la gallarda figura de 2 volcanes que llaman poderosamente la atención, el Popocatépetl y el Iztaccihuatl. El primero se levanta erguido como un valiente que custodia lo más amado y celoso de su deber, demuestra que permanece activo, para que sepan que por el hecho de ser un volcán todavía tiene vida, y celosamente está pendiente de lo que un día amó más que a su propia vida.
A cierta distancia, se levanta otro volcán el cual no da muestras de vida. Permanece dormido y lo que sí llama la atención es su hermosa silueta femenina, la cual yace inmóvil y se le conoce como la mujer dormida o Iztaccihuatl.
Narra una leyenda nahua, que un día esos volcanes tuvieron vida, y se manifestaron como 2 enamorados que disfrutaban las mieles de su amor. Se habían jurado amor eterno y sólo esperaban el momento oportuno para unir para siempre sus vidas, y consumar ese enlace divino.
Sólo que no contaron con lo que suele acontecer en estos casos. No falta un pelo en la sopa cuando la gente ve que 2 personas se aman y son felices. La mentira y el engaño son partícipes en la lengua de las serpientes, que a como dé lugar, mañosamente comienzan a crear una telaraña de mentiras hasta que logran su objetivo. Y en el caso de estos 2 volcanes, la leyenda nos muestra que algo así sucedió.
El imperio azteca era de lo más sólido que existía en aquel entonces. Sus guerreros siempre regresaban victoriosos de las cruentas batallas en las que participaban, y sus dominios cada vez eran mayores.
Esto les permitía gozar de muchos privilegios gracias al tributo que debían pagar las etnias conquistadas. La sed de los aztecas por dominar lugares lejanos, donde sólo se había escuchado hablar de ellos como si se tratase de un cuento de niños era inagotable.
Cada día querían más no conformándose con lo que ya poseían. Los derroches y lujos de los que gozaban salían caros, y alguien debía pagar por ello, los pueblos vencidos en combate, anexados al enorme imperio azteca.
Nunca nadie imaginó que ese puñado de hombres, considerados salvajes por los pueblos por donde transitaban, llegaría a formar un vasto imperio que sería la envidia de los conquistadores españoles, cuando llegaron a tierras mexicas.
Los aztecas decían provenir de una isla de nombre Aztlán, la cual hasta el momento no se han puesto de acuerdo los investigadores para ubicarla en un punto exacto. Son varios puntos los que se manejan, y hasta en el mundo esotérico se le ubica en otra dimensión.
Huitzilopochtli, el dios sol, un día les ordena que ya es hora de partir y deben buscar un sitio donde verán su señal, siendo ahí el lugar para formar su ciudad. Partieron los aztecas y donde llegaban eran mal vistos, no permitiéndoles quedarse siendo expulsados de inmediato.
Sólo se les permitió agruparse en un lugar lleno de serpientes, con la finalidad de que los ofidios dieran cuenta de ellos. Y en ese sitio se vio la señal que Huitzilopochtli les había indicado para formar su ciudad, un águila devorando una serpiente.(SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICÍTELO A: laratrejo@hotmail.com)

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