sábado, 3 de enero de 2015

ADIÓS AL AÑO 2014. ( Frank Barrios Gómez.)



Han transcurrido 364 días de lo que va de este año. Pocas horas nos separan de uno nuevo que llama a las puertas de nuestra existencia. Dice cierto tipo de gente que todos los días son iguales, y para qué tanto alboroto por uno más que llega puntualmente a la cita.
Desde el instante de nuestro nacimiento, a cada quien se le asigna, hablando metafóricamente un reloj de arena. Desde la primera inhalación, entra en actividad dicho reloj, empezando a caer los granos de arena.
Conforme caen, van marcando el tiempo de vida que a cada quien se le asigna. En ocasiones, esos granos caen tan aprisa, que marcan una vida corta, mientras que en otros casos, caen lentamente indicando que el individuo será longevo.
A pesar que entre día y día no hay diferencia alguna, ya que ésta cada quien la etiquetará, para todos no son iguales porque entran muchos factores en juego.
El estado anímico que se tenga, será lo que determine cómo pintará ese día. Si se goza de una felicidad, es obvio como dicen en ocasiones, quisieran que el día nunca terminara, para continuar disfrutando de ese sentimiento que abarca hasta lo más profundo del ser.
Pero cuando las cosas no salen como se quisiera, entonces se desea acelerar la caída de los granos de arena, para que el día termine lo más pronto posible.
Sea como sea, y como cada quien quiera sentirlo, el tiempo es algo imposible de parar. Corre y nosotros vamos atrás de él, tratando de seguir su ritmo. Nos cansamos y nos detenemos, argumentando que luego lo repondremos, pero la verdad, aunque logremos hacer cosas increíbles, el tiempo pasado ya no es recuperable.
Muchas cosas han sucedido en el transcurso de este año que ya entró en agonía, porque hasta él tiene un límite de vida, claro está, que eso se lo hemos impuesto nosotros para medirlo.
Cada año que transcurre, deja una huella en nuestra vida. Nacemos y durante la infancia, se sienten deseos de crecer aprisa para tener una edad, en la que pueda tomarse decisiones sobre nuestra vida.
Durante la juventud, poco importa si el tiempo transcurre aprisa o con lentitud. Lo que se desea es seguir disfrutando de la vida, la cual se quiere engullir de un bocado. No se miden las consecuencias de los excesos, creyendo que como el carro (el cuerpo) está nuevo, siempre va a responder como lo ha venido haciendo hasta ese instante.
Luego vienen los achaques, la edad del cóndor, como se le conoce, “con dolor aquí, con dolor allá”. Y es cuando entran las tardías ganas de corregir el despilfarro de energías, que se mal utilizaron durante la juventud. (SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICÍTELO A: laratrejo@hotmail.com)

NOTA DEL AUTOR: Artículo que apareció publicado el día 30 de diciembre en 
Diario de Xalapa sección Nuestra Vida, de la ciudad de Xalapa, capital del Estado de Veracruz. México. Una disculpa por enviarlo hasta ahora. Motivos de viaje me atrasaron en su envío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario