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El pueblo mexicano es muy pachanguero, y esto saben utilizarlo muy bien los políticos, dándole pan y vino, circo, maroma y teatro cuando necesitan tomar acuerdos, de los que la población no está muy de acuerdo.
El inicio de esta año que empieza, 2014, debe ser motivo de alegría porque se nos está permitiendo ser actores de este escenario que pareciera ser el mismo de siempre, pero con diferentes actores, ya que unos no llegaron a la recta final (fallecieron en el 2013) y otros están naciendo.
La vida continúa como un susurro y nadie la puede parar. Cronos, el padre tiempo permanece atento y vigilante, con un reloj de arena en una de sus manos, para que cuando se acabe un ciclo, se inmediato se gire ese reloj y todo continúe sin interrupción. Mientras que en la otra mano, posee una hoz, con la que de tajo da por terminado un tiempo que se ha cumplido, haciendo a un lado gente que muere o situaciones que llegaron a su fin.
Pero hay algo que hace que todo continúe, tratando de mejorar, una pequeña virtud, la cual si se trata de describir, lo que se hace es deformarla porque eso es lo que hace la palabra.
Para poder conocer a esta virtud, lo primero que se requiere es experimentarla. Nadie sabe cómo aparece, se le dan diferentes enfoques, se le encapsula en hermosas palabras, pero nada de esto se acerca a la realidad porque ese don tan preciado, que pocos conocen ya que para conocerlo, hay que tenerlo en el interior, precisamente en el corazón donde se anida y se llama “amor”.
Si se hiciera una encuesta para conocer la forma que tiene el amor, cada quien daría su propia versión la cual es muy respetada, pero no se aproximaría a la verdadera definición, por tratarse de algo intangible, que nadie ha visto pero que se siente y hace temblar al más osado de la Tierra. EL
(SI DESEA ARTÍCULO COMPLETO,SOLICITARLO A: laratrejo@hotmail.com)
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