No hay atlas de riesgo que tenga validez si no se aplica un plan de de emergencia, así como todos los protocolos con estrictos controles, a pesar de las resistencias de los ciudadanos, que generalmente se niegan a abandonar sus propiedades, por temor a perderlo todo, y no solo por la naturaleza.
Se contabilizan más de cien muertos por una tragedia que pudo ser evitada, como todo lo lamentable que se sucede en contraste, donde sigue prevaleciendo y destacando los subejercicios presupuestales, no se liberan a tiempo los recursos públicos para la realización de obras, y los complican aún más sus mecanismos de aplicación para obtenerlos.
Ahora que el nivel del agua empieza a bajar, sobre todo en Guerrero, el olor pestilente es insoportable, animales muertos mesclados con toneladas de basura, miles de casas emergen de las aguas negras, mezcladas con los remanentes de la tormenta, porque ni siquiera al tocar suelo guerrerense alcanzó la categoría de huracán Manuel.
Largas filas se aprecian en imágenes para la dotación de víveres indispensables para sobrevivir después de la tragedia, la primera, porque la reconstrucción no será de semanas, meses quizá, años tal vez para resolver los problemas de fondo, los asentamientos irregulares.
Aquí estaremos observando de qué esta hecho el gobierno federal con el ex gobernador de un estado pequeño como Hidalgo, convertido en Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong tiene hoy una responsabilidad mayúscula con devolver a Guerrero a sus actividades rutinarias.(SI DESEA EL ARTÍCULO COMPLETO, SOLICÍTELO A: laratrejo@hotmail.com)
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