Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, les nacieron hijas”. Génesis 6.1
Que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran
hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”. Génesis 6.2
A pesar de todas las mutilaciones que ha tenido la Biblia, para de
esta manera, el clero católico ocultar lo que no le conviene, todavía
encontramos aspectos interesantes, que el investigador analiza para
llegar a los hechos, en este caso, del por qué un grupo de ángeles,
bajaron del cielo y se quedaron a vivir entre los humanos,
reproduciéndose su especie divina-humana.
No son tan
descabelladas las historias que se encuentran en la mitología, cuando se
narra que deidades divinas se mezclaron con humanos, produciéndose una
nueva especie de semidioses, que gozaban de los favores de sus
progenitores.
En el libro de Enoch, muy apreciado por los
primitivos católicos, se menciona que el Creador, envía a la tierra un
grupo de ángeles o vigilantes, conocidos como Nefilim. Fueron gigantes y
se dice que eran 200, entre ellos Samyaza, su líder; Urakabarameel,
Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers,
Batraal, Anane, Zavebe, Samsaveel, Ertael, Turel, Yomyael y Azazyel o
Azazel.
El trabajo que debían llevar a cabo, con la
humanidad, era guiarlos en su evolución, pero se convirtieron en ángeles
caídos, al dejarse seducir por la belleza de las mujeres de ese
entonces. De esta mezcla de humano con lo divino, nació una especie de
gigantes, que existieron antes y después del diluvio universal.
Cabe analizar este hecho. ¿Qué tipo de transporte utilizaron estos
ángeles para llegar a nuestro mundo? Por muy ángeles que fueron, estaban
materializados y tuvieron que utilizar un tipo de nave espacial para
llegar acá. Como prueba fidedigna, se aprecian en pinturas rupestres
naves voladoras que los transportaban, y nuestros antepasados los
denominaron “dioses”.
Como este suceso no se llevó a cabo en
el cielo, más bien, de allá descendieron estos viajeros espaciales, tuvo
que quedar algún vestigio que atestiguara sobre su presencia en la
Tierra.
Y pruebas, existen muchas. Veamos por ejemplo la
tribu Zulú, en África. Dicen ellos que sus antepasados provinieron de
las estrellas, y cuando comenzaron a tener contacto con la civilización,
entre sus pertenencias, mostraron a los primeros blancos, mapas en los
que se aprecian las lunas de Marte, antes que el hombre tuviera
conocimiento de ellas.
Acá, en México, en una mina
subterránea, cerca del cañón Cooper, al suroeste del Estado de
Chihuahua, fueron encontradas en los años 30 dos osamentas por una
adolescente norteamericana, que las guardó con ella hasta su muerte. Un
cráneo es del tamaño normal, pero el otro es pequeño, de un niño de unos
5 años de edad. |