sábado, 28 de abril de 2012

EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS. Primera Parte (Colaboración de Frank Barrios Gómez.)

Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, les nacieron hijas”. Génesis 6.1
Que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”. Génesis 6.2
A pesar de todas las mutilaciones que ha tenido la Biblia, para de esta manera, el clero católico ocultar lo que no le conviene, todavía encontramos aspectos interesantes, que el investigador analiza para llegar a los hechos, en este caso, del por qué un grupo de ángeles, bajaron del cielo y se quedaron a vivir entre los humanos, reproduciéndose su especie divina-humana.
No son tan descabelladas las historias que se encuentran en la mitología, cuando se narra que deidades divinas se mezclaron con humanos, produciéndose una nueva especie de semidioses, que gozaban de los favores de sus progenitores.
En el libro de Enoch, muy apreciado por los primitivos católicos, se menciona que el Creador, envía a la tierra un grupo de ángeles o vigilantes, conocidos como Nefilim. Fueron gigantes y se dice que eran 200, entre ellos Samyaza, su líder; Urakabarameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zavebe, Samsaveel, Ertael, Turel, Yomyael y Azazyel o Azazel.
El trabajo que debían llevar a cabo, con la humanidad, era guiarlos en su evolución, pero se convirtieron en ángeles caídos, al dejarse seducir por la belleza de las mujeres de ese entonces. De esta mezcla de humano con lo divino, nació una especie de gigantes, que existieron antes y después del diluvio universal.
Cabe analizar este hecho. ¿Qué tipo de transporte utilizaron estos ángeles para llegar a nuestro mundo? Por muy ángeles que fueron, estaban materializados y tuvieron que utilizar un tipo de nave espacial para llegar acá. Como prueba fidedigna, se aprecian en pinturas rupestres naves voladoras que los transportaban, y nuestros antepasados los denominaron “dioses”.
Como este suceso no se llevó a cabo en el cielo, más bien, de allá descendieron estos viajeros espaciales, tuvo que quedar algún vestigio que atestiguara sobre su presencia en la Tierra.
Y pruebas, existen muchas. Veamos por ejemplo la tribu Zulú, en África. Dicen ellos que sus antepasados provinieron de las estrellas, y cuando comenzaron a tener contacto con la civilización, entre sus pertenencias, mostraron a los primeros blancos, mapas en los que se aprecian las lunas de Marte, antes que el hombre tuviera conocimiento de ellas.
Acá, en México, en una mina subterránea, cerca del cañón Cooper, al suroeste del Estado de Chihuahua, fueron encontradas en los años 30 dos osamentas por una adolescente norteamericana, que las guardó con ella hasta su muerte. Un cráneo es del tamaño normal, pero el otro es pequeño, de un niño de unos 5 años de edad.